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pitagoras Tresfonsitas

Virginia Woolf

Virginia Woolf, es decir Virginia Stephen, nace en Kensington, junto a Hyde Park, en 1882.

Hasta los 12 años su familia veraneó en la bahía de Saint Yves, en el Oeste de Cornualles.

Bloomsbury

A principios del siglo XX se traslada con sus hermanos unas 3 millas hacia el nordeste de Londres, a Bloomsbury. Esta distancia es lo que en tiempos antiguos llamaban una legua, es decir, lo que se camina en una hora. A pesar de que su padre ya había muerto, la casa familiar continuó siendo un punto de intensa vida social e intelectual: Keynes o Bertrand Russel la frecuentaban.

Se casó con Leonardo Wolf, un "judío sin un puto céntimo" según expresión de la propia Virginia.

Input-output

Todos distinguimos en economía lo que es input de lo que es output; o lo que es producción de lo que es consumo.

En Literatura el autor es en primer lugar un consumidor de inputs que se suele convenir que entran vía lectura, quizás porque es muy difícil valorar lo que llega por vía oral. Luego está la producción: también se sobreentiende que es por vía escrita. Y luego tenemos al consumidor final, que pensamos que es un lector, aunque cada vez más puede ser un escuchante; en efecto, pensemos en los audiolibros.

Es difícil situar a Virginia Wolf en uno de esos 3 segmentos seriados. Empecemos por suponer que un consumidor final no es. Situemosla entonces como consumidora de inputs con la finalidad de transformación posterior. Hay que reconocer que ahí encaja perfectamente: es muy fácil imaginarla como una lectora apasionada de Proust o de Joyce; más aún, podemos pensar con total seguridad que un pequeño párrafo de cualquiera de ellos provoca un volcán de ideas en su cerebro que la dejan exhausta. Entonces quizás Virginia podría ser una gran editora; pues no, este sería un traje que le vendría muy estrecho, la ahogaría.

Bueno, aunque sea muy duro, quizás hay que concluír que fue una autora frustrada: lo tenía todo, todo menos esos automatismos que permiten al hombre dar a luz con seguridad nuevos entes, nuevas cosas, nuevos elementos en los que el valor añadido brille sin discusión posible.

Como al fin y al cabo esos mecanismos terminan por adquirirse con el tiempo, se puede afirmar que el problema fue que Virginia decidió morirse.

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