Tanto daría decir Joe y Nikita.
Los problemas de Ucrania en los albores del siglo XXI no son en el fondo muy diferentes de los que surgieron en Berlín y en Alemania Oriental medio siglo antes.
La gente, sumergida en un sistema social rutinario y autoritario, mira con ansia la sociedad que prospera unos kilometros más hacia el poniente.
Cuesta más establecer analogías cuando pretendemos traspasar las fronteras de las convenciones políticas, de los prejuicios y/o de los colores de las banderas.
Pero, también en el fondo, aunque quizás mucho más en el fondo, hay posiblemente alguna similitud con la gente que mira hacia el norte y ve a una sociedad que ríe en una vida que oscila entre los lujos y el bienestar, vida que se sostiene a base de apretar sin aflojar la garganta de los hombres del sur.
Unos jóvenes cubanos, hace más de medio siglo, miran hacia el otro lado del estrecho de Florida y ven una sociedad que despilfarra en un modo de vida loco que se sostiene sobre la explotación sin límites del Caribe, de Centroamérica y de la América del Sur.
Y los ucranianos se echaron a las calles con protestas y tumbaron a los gobiernos poco inclinados a abrir puertas hacia la Europa occidental.
Pero el gigante ruso no podía tolerar que los ucranianos le "tocaran las narices" y puso en funcionamiento sus cañones… Y Volodimir pidio ayuda a Joe; y que más podía desear Joe…
Y los cubanos se echaron al monte y expulsaron al dictador que aseguraba la seguridad y la dolce vita de los explotadores.
Pero el gigante anglosajón no podía permitir que la pequeña Cuba le "metiera un dedo en el ojo" y apretó la garganta de los cubanos, más fuerte si cabe. Y Fidel pidió ayuda a Nikita; y qué más podía desear Nikita.