¡Bienvenidos!
pitagoras Tresfonsitas

Servet y Calvino

No se trata aquí de una cita de Servet, ni tampoco de cita alguna de Calvino sobre Servet.

Se trata de una lápida que los ginebrinos pusieron en 1903 queriendo condenar el error de haber quemado a Servet en la hoguera. La parte posterior decía así: Hijos respetuosos de Calvino, nuestro gran reformador, pero condenando un error propio de su siglo, y firmemente ligados a la libertad de conciencia según los verdaderos principios de la Reforma y del Evangelio, hemos construido este monumento expiatorio.

El anverso simplemente declaraba que Servet había muerto en la hoguera. Para que no cupiese duda de su hipócrita actitud hicieron que la parte posterior fuera la parte visible de la lápida.

La Trinidad

El francés Juan Calvino nace en 1509 en Picardía. Era hombre de corazón duro y entendimiento claro y preciso. Escribió un tratado teológico, "La institución de la religión cristiana", que él mismo vertió a la lengua romance, contribuyendo así al enriquecimiento del idioma francés.

En cuanto a la disputa teológica sobre la Trinidad, es posible que el francés afincado en Ginebra, tuviera más sólidos argumentos que el español afincado en Francia.

Pero Miguel Servet era un hombre de su tiempo, conocedor de todas las ramas del conocimiento humano: teólogo, pero también médico, astrólogo, experto en jarabes, geógrafo...

Quizás Servet no está tan preocupado por la coherencia lógica de sus construcciones teológicas, como por la unidad de las grandes religiones monoteistas: el islam, el judaísmo y el cristianismo.

Pone el dedo en la llaga el aragonés cuando critica el absurdo del protestantismo de combinar la elección libre del hombre con la actuación de Dios haciéndolo todo por el hombre.

Lo que debe de sacar de sus casillas a Calvino es el ejemplar de su tratado, "La institución de la religión cristiana", que el español le envía lleno en sus márgenes de críticas. Si la conciencia del líder ginebrino le dirige en su persecución contra Servet, no parece descabellado suponer que el inconsciente de Calvino, albergando el resentimiento que han creado las heridas causadas en su orgullo por Servet, también tenga un papel en la exigencia de castigo para el aragonés.

Desde luego, si hablamos de inconsciente estamos diciendo que Calvino no fue precisamente responsable de un crimen. Pero si parece que los discípulos de Calvino que a principios del siglo XX, desvirtúan un acto de reconocimiento hacia Servet, tienen una actitud hipócrita y cobarde, y por supuesto, perfectamente consciente.

¡Hola!
¡Un saludo!