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pitagoras Tresfonsitas

Jean François Revel

Con fecha 15 de Mayo de 1994 se podía leer en la prensa española: Hace un mes y medio se inició la guerra civil en Ruanda. Desde entonces han muerto medio millón de personas, en uno de los más brutales genocidios cometidos desde el inicio de la descolonización africana en la década de los sesenta. Este balance de muertos ha sido elaborado por las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria.

Se informa de que Ruanda ha sido un infierno desde la muerte, el 6 de abril, del presidente Juvenal Habyarimana, perteneciente a la etnia mayoritaria hutu. Desde ese día, el ejército, ayudado por escuadrones de la muerte, se dedicó a eliminar a los miembros de la etnia tutsi (minoritaria) y todos los que se oponían al Gobierno. Al mismo tiempo, los rebeldes tutsis lanzaron una dura ofensiva terrestre y ahora controlan aproximadamente la mitad del país y luchan muy cerca de Kigali, la capital. Existe el temor de que el avance de los guerrilleros fuerce a los soldados hutus a intensificar la matanza de tutsis así como de aquellos hutus que se oponen a un Gobierno en el que no participen las dos etnias.

Con la misma fecha del 15 de Mayo se habla de un acuerdo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para enviar cascos azules a Ruanda. Sin embargo, se informa de que EE.UU. no apoyará el proyecto de resolución mientras no se defina el alcance de la misión. El ejército de Ruanda, a quien se le acusa de iniciar la matanza contra la minoría tutsi, está a favor de la presencia de cascos azules, mientras que los rebeldes quieren una fuerza de paz menos numerosa y que no esté presente en las zonas próximas a Kigali, donde se lucha más intensamente.

El 19 de Junio se informa de que Francois Mitterrand ha anunciado la puesta en marcha en Ruanda de una "fuerza de protección humanitaria" francesa. Por su parte el ministro francés de Defensa, Francois Léotard, excluía que "Francia vaya sola" a Ruanda, estimando "necesario que reciba el mandato de la comunidad internacional y la ayuda de países africanos". Los rebeldes del FPR, Frente Patriótico Ruandés´, lanzaron ayer desde Bruselas un llamamiento "a todos los ruandeses" a movilizarse contra Francia "para que fracase el plan de traición francés". Los rebeldes acusan a Francia de haber entrenado y armado a las fuerzas gubernamentales durante años.

El 28 de Julio, Jean-François Revel afirma que la intervención francesa en Ruanda ha salvado muchas vidas, pero, dice, ¿qué futuro mejor prepara esa acción si no va unida a una transformación radical de las condiciones seculares de las que ha brotado el genocidio? Porque resulta muy difícil resolver un problema que no ha sido bien planteado. Antes de estallar el caso de Ruanda, el Gobierno francés, si hubiera sido capaz de reconocer que los enfrentamientos allí tienen un carácter étnico, no habría intensificado la operación de vender armas a los ruandeses supuestamente demócratas.......La comunidad internacional, para utilizar este eufemismo que en la realidad encierra lo contrario de lo que significa, si quiere convertirse en un contrapeso a las matanzas y a las tiranías, ha de elaborar y aplicar una política que sea mucho menos impulsiva e inconstante que la actual: y que. positivamente, sea mucho más universal y constante. Las cruzadas espectaculares sólo pueden dar resultado si quedan integradas en una acción de conjunto, en una acción que esté al servicio de una doctrina bien elaborada y llevada a la práctica con métodos realistas.

Un año después, el 7 de abril de 1995, continúa la información en prensa sobre la tragedia: Hace ahora exactamente un año la misma África que abrió las puertas a la esperanza en Sudáfrica se sumergió en la pesadilla de Ruanda. Todo empezó con el misterioso derribo del avión en el que viajaba el presidente Juvénal Habyarimana. Y en apenas tres meses un continente martirizado por 35 guerras en 40 años y laminado por el subdesarrollo volvió a hundirse en la tragedia del enfrentamiento tribal, esta vez entre hutus y tutsis. En un pequeño país de 26.000 kilómetros cuadrados y poblado por unos 7,5 millones de habitantes, un millón de personas perdió la vida y otros dos millones fueron desplazados.

El misterioso derribo del avión en el que viajaba el presidente Juvénal Habyarimana no es precisamente misterioso: cualquier mediano conocedor de lo que ocurre en África se imagina lo que pasó, aunque carezca de información.

El boicot del gobierno Clinton en mayo de 1994 a los proyectos para enviar un cuerpo eficaz de cascos azules a Ruanda no merece tampoco grandes esfuerzos para ser esclarecido: por el contrario las intenciones de Estados Unidos quedaron perfectamente transparentes.

En cambio, si merecería un esfuerzo de interpretación el modo en el que la prensa mundial se hizo eco unánimemente de unas cifras de las matanzas que son manifiestamente inconsistentes en una simple contabilidad demográfica.

Quedó escrito que un millón de personas, entre tutsis y hutus moderados, perdió la vida en los crímenes masivos cometidos por las milicias hutus.

Como no existen cifras sobre el reparto de ese millón de victimas entre tutsis y hutus moderados, hagamos una hipótesis razonable: al fin y al cabo el objetivo primordial del genocidio eran los tutsis, por lo que supongamos que el reparto se ajusta a una proporción de 3 a 1, es decir, 750.000 tutsis y 250.000 hutus.

La población de Ruanda alcanzaba los 7.500.000 habitantes, de los que un 14% eran tutsis, es decir, 1.050.000. La pregunta es: ¿es posible que el colectivo tutsi quedara reducido a 300.000 individuos?

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