¡Bienvenidos!
pitagoras Tresfonsitas

Laureano López Rodó

A primeros de Noviembre de 1973, Carrero Blanco, Presidente del Gobierno, se entrevista con Monseñor Casaroli. López Rodó, ministro de Asuntos Exteriores, nos cuenta las palabras de Carrero al jefe de la diplomacia vaticana. Es indudable-dijo-que tanto a la Iglesia como al Estado les interesa que el pueblo español conserve su fe católica. La Iglesia no encontrará más que facilidades para el ejercicio de su misión espiritual. Será difícil que exista en otro país un gobierno más católico que el español. El Estado sólo pide la no injerencia de la jerarquía y de las organizaciones eclesiásticas en asuntos políticos.

España lleva 16 años de crecimiento económico continuado, partiendo, eso sí, de una situación de práctica bancarrota. La ruptura del aislamiento en el que se encontraba el país respecto de las fuentes de financiación mundiales y una dirección eficaz de la política económica han obrado el "milagro español". Y la pareja Carrero-López Rodó capitaliza a la perfección este prodigio económico. Es cierto que ha habido otros españoles importantes en esos años, pero han sido apartados de la dirección de la Política Económica, en algún caso de modo trágico. Es cierto también que aparecen nubes en el horizonte económico, relacionadas con el precio del petróleo, pero López Rodó confía en que se podrán superar las dificultades.

En cualquier caso, ahora el binomio Carrero-López Rodó está volcado en otra escena: les ocupa la Política Internacional. Carrero aspira a superar la posición española, basada en el acuerdo bilateral firmado con los Estados Unidos sobre las bases militares, resituando a España en el escenario mundial. Y la pareja de políticos ha comenzado a trabajar con fuerza, como se podía esperar de una combinación entre un hombre de una voluntad férrea, rayana en el fanatismo, y otro con una eficacia asombrosa, capaz de sacarle 25 horas al día de trabajo.

Siguiendo la huella del anterior ministro, López Bravo, han establecido contactos con China y con la Unión Soviética. Han planteado la cuestión de Gibraltar ante el Reino Unido. Han abierto escenarios antre Pablo VI, el Pontífice romano. No olvidan la importancia de las relaciones con el Mercado Común Europeo. Ni olvidan la relación privilegiada con los pueblos árabes, o con las naciones iberoamericanas.

Y, además, España controla un modesto peón en el tablero en el que juegan su partida las dos grandes potencias. Se trata del Sahara Español, situado entre la Argelia de tendencia prosoviética, y la monarquía marroquí, amiga de los norteamericanos. Y España ha jugado su baza proponiendo un estatuto de autonomía al pueblo saharaui, previo al plan de autodeterminación previsto por las Naciones Unidas.

¡Hola!
¡Un saludo!