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pitagoras Tresfonsitas

Matanza de Cholula

Acordaron los españoles de hacer allí una matanza o castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor e braveza en todos los rincones de aquellas tierras. Porque siempre fué esta su determinación en todas las tierras que los españoles han entrado, conviene a saber: hacer una cruel e señalada matanza porque tiemblen dellos aquellas ovejas mansas.

Poco se puede añadir a esta narración de Bartolomé de Las Casas, que señala el motivo esencial de las desproporcionadas violencias practicadas por el hombre (sea español, o azteca, o anglosajón, o mejicano de 1900, o apache) a lo largo de la Historia: a saber, atemorizar al enemigo.

Quizás sorprende que las Casas se refiera a aquellos mejicanos de 1519 con los que se enfrentaban los escasos españoles de Hernán Cortés, como "ovejas mansas". Pero hay que pensar que Las Casas, un jurista de gran capacidad intelectual, tenía como objetivo estratégico la defensa de aquellos indios, propietarios de aquellas tierras, ante la avaricia sin límite de aquellos aventureros llegados de España. Y a ese objetivo, la defensa del indio, debía plegarse cualquier otra consideración.

Igualmente sorprende que Las Casas dedicara escasa atención al problema de la trata de esclavos africanos. La explicación está en su dedicación prioritaria a la defensa juridica del amerindio. El trabajo de Las Casas era obtener del Regente Fernando el Católico (y luego de Cisneros, y luego del emperador Carlos y luego de Felipe II) una Legislación justa para los indios de América. Todo lo demás era secundario.

Bartolomé de Las Casas

Cuando el padre de Bartolomé vuelve de América, a la que había ido acompañando a Colón en su segundo viaje, trae al muchacho sevillano un regalo propio de la época: se trata de un amerindio que le servirá de esclavo. Es probable que Bartolomé, que ya poseía ciertos conocimientos lingüisticos, se interesara por la lengua de su servidor. Pero cuando Isabel la Católica prohibe que se traigan de América esclavos indígenas tiene que prescindir de su criado.

Al terminar sus estudios embarca él también hacia las islas del Caribe. Su posición entre los conquistadores españoles es cuando menos singular: no sólo por compatibilizar el oficio de encomendero con su condición de presbitero ordenado, sino también por su capacidad para mediar entre españoles e indios, evitando la violencia en lo posible. En un principio también sabe permanecer equidistante entre los conquistadores violentos y algunos frailes españoles que intentan defender al indio. Lo que es muy probable es que un hombre con buena preparación intelectual como Bartolomé, observara con cuidado todo lo que sucedía y fuera almacenando en su mente toda esa información.

En cualquier caso, en Agosto de 1514, el día de la Asunción, pronuncia un sermón en el que condena de un modo rotundo los malos tratos a los indigenas. Y simultaneamente, anuncia que renuncia a sus encomiendas, que sin duda le aseguraban un futuro de hombre riquísimo. A partir de aquí, Bartolomé mantendrá una postura más y más firme de apoyo a los indios, que le acercará a la orden de los Dominicos, en la que al fin se integrará, y le enfrentará con dureza inaudita a los sectores de la Iglesia Catolica complices de la explotación del indio, por intransigencia mental cuando no por puro y enorme egoismo.

Mucho antes de ese día de la Asunción de 1514 se ha producido la muerte de la reina Isabel, cuya política sobrevivirá gracias a la regencia de su viudo, Fernando el Católico. Despues de ese día 15 de Agosto del 14 sucederán muchos hechos de los que se recogen en mayusculas en la Historia. A la muerte de Fernando, la Regencia recaerá en el Cardenal Cisneros. Carlos I llegará de Bruselas con su corte de flamencos. Hernán Cortés descubrirá Mejico.

Antes de la muerte de Las Casas, en Madrid en 1966, tendrá tiempo de conocer los 10 primeros años del reinado de Felipe II.

Del reino de Venezuela

Cuenta Las Casas como el emperador Carlos concedió la gobernación de Venezuela a una familia de mercaderes alemanes: los Welser, de Ausburgo (hoy en día más que de mercaderes hablaríamos de banqueros). Y narra las "hazañas" de estos centroeuropeos: si las crueldades de los españoles parecían insuperables, pues las de los germanos las dejaban chicas, y así hasta el infinito.

Pero hay que resaltar como el jurista sevillano refuerza sus tesis con argumentos convenientes: el gobernador aleman era "también, a lo que creemos, hereje, porque ni oía misa ni la dejaba de oír a muchos, con otros indicios de luterano que se le conocieron". Y refiriéndose a los funcionarios de justicia que el rey tiene en las Indias, dice: "si hiciesen lo que deben a Dios y al Rey, hallarían que los dichos tiranos alemanes más han robado al Rey de tres millones de castellanos de oro".

Seguramente no ha cambiado el objetivo de Las Casas. No se interesa ahora por el fraude a las arcas del Tesoro, ni por la pureza teológica de los Welser. Sigue interesado por las leyes de los indios y por su cumplimiento efectivo. Lo que ocurre es que utiliza asuntos que sabe que son prioritarios para el monarca español.

De los indios situados en los Estados Unidos de América

Raro es el país de la América Latina en el que predomine el colectivo de personas que puedan predicar de su raza un origen puramente europeo. Por el contrario, predominan las poblaciones mestizas, o incluso colectivos de pura raza amerindia.

En los Estados Unidos, por el contrario, las personas de raza amerindia son, no ya minoritarias, sino practicamente inexistentes. Igual que de los bisontes, se podría decir que quedan unos pocos "para enseñar".

Este hecho diferencial no se puede explicar por un individuo singular como el Padre Las Casas. Sería un error también pensar que en los Estados Unidos no había colectivos sensibles hacia los indígenas. Pero si que es un hecho notable la existencia de este hombre que dedica su madurez a la defensa jurídica de los pueblos amerindios, y lo hace en el más alto nivel de las estructuras políticas del Reino de España (o del Imperio Español, si se prefiere).

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