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pitagoras Tresfonsitas

Iturralde

El exárbitro bilbaíno Iturralde González entra al trapo ante la pregunta que le plantean tras la derrota del Athletic en Mendizorroza el primer domingo de Octubre.

¿Se te ha pasado ya la cornada de Vitoria, Itu?

No es cornada… es actitud… es compromiso… no puedes vivir muy bien y que no te aprieten… es algo más… el romanticismo del Athletic es muy bonito pero tú tienes que dar algo más… el sacrificio lo tienes que tener todos los partidos…

Iturralde se enfrenta desde la radio a la ignorancia sobre las reglas del fútbol, ignorancia creciente desde los entrenadores a los directivos, pasando por futbolistas y afición. Es un trabajo muy necesario aunque pretenda vaciar el océano con el pequeño cubo de plástico de un niño de la playa.

Pero en el caso del Athletic, su filosofía y sus futbolistas, Iturralde no combate la ignorancia, más bien la comparte.

Los futbolistas no son parte del problema; ellos quieren ganar cada partido, eso es seguro. Es cierto que ganan algo más de lo que debieran pero eso no es culpa de ellos.

Tampoco el entrenador es el problema, aunque quizás se le pueda cambiar por otro más competente.

Con la afición empezamos a entrar dentro del campo negativo: están encantados con ellos mismos; son la mejor afición del mundo; entienden de fútbol más que cualquier otro público…

Pues no: pase que sean los mejores aficionados del mundo pero ni entienden las reglas del fútbol ni están capacitados para guíar el rumbo del Athletic.

Necesitan alguien que les oriente; alguien capaz. Y llegamos al verdadero problema del fútbol: los directivos.

Obviamente ha habido grandes directivos en la historia: si no fuera así el fútbol no sería lo que es ni el Athletic sería lo que es; llegados desde el mundo empresarial, o de las profesiones liberales o exfutbolistas, han sabido hacer crecer hasta límites inauditos este mundillo futbolero.

Pero también es cierto que el fútbol es un mundillo especialmente apto para que cualquier personajillo sin ideas, incapaz de salir del campo de la rutina más esteril se haga un lugar en la sociedad.

Y no sólo es Iturralde el que habla, acierte o se equivoque; tenemos al presidente del Cádiz diciendo una cosa y la contraria sin que su rostro muestre el menor signo de contradicción.

Y al presidente del Athletic justificando a su directiva con un nivel de sofismas que pondría los pelos de punta al difunto Sócrates, suponiendo que el filósofo de Alopece no fuera calvo.

El problema del Athletic radica en la necesidad de ensanchar su mercado de abastecimiento.

Geográficamente ha llegado a su límite con las fronteras de Euskalherría. Pero aparte de lo físico está lo espiritual.

En fin, doctores tiene la Iglesia…

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