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pitagoras Tresfonsitas

Dumas

En cualquier época y en cualquier país, sobre todo si ese país está dividido por motivos religiosos, habrá fanáticos dispuestos a hacerse mártires. Y precisamente los puritanos están furiosos contra el duque de Buckingham y sus predicadores le designan como el Anticristo.

Se trataría de encontrar una mujer, bella, joven, lista que tuviera motivos para vengarse del Duque. Esa mujer, poniendo el cuchillo en manos de un fanático, salvaría a Francia.

Con estas palabras el Cardenal Richelieu/Alejandro Dumas encarga a Milady el asesinato del duque de Buckingham

En el juicio descrito por Dumas y que concluye con la condena a muerte de Milady y su posterior ejecución, es larga la lista de crimenes de la bella mujer:


1)haber envenenado a Constance Bonacieux
2)la muerte de Brisemont, en lugar de D'Artagnan
3)haber inducido a D'Artagnan a matar al baron de Wardes
4) haber hecho matar al duque de Buckingham
5)indirectamente, de la muerte del asesino de Buckingham
6)envenenamiento de Lord Winter
7)el matrimonio engañoso con Athos
8)haber seducido a un joven sacerdote
9)robo de objetos sagrados

Sin embargo, muchos de estos horribles crimenes serían discutibles: en algunos la responsabilidad o intencionalidad de Milady no queda establecida en la narración de Dumas más allá de toda duda; otros crimenes, vistos desde la óptica de la frontera entre los siglos XX y XXI resultan casi ridículos....

En cuanto al asesinato de Buckingham, el propio Dumas deja claro en su novela que el instigador es el Cardenal.

El único asesinato indiscutible para el lector es el primero de la lista: Milady, impotente y rabiosa, antes de su huída, destruye la vida de la pobre señora Bonacieux.

Pero también en este caso, se puede acotar la responsabilidad de la criminal. En efecto, desde el principio de la obra, Dumas nos ha enseñado como el cerebral Richelieu elige para su acoso a la Reina española a la pobre Constance simplemente por el hecho de ser vulnerable. Y hemos podido ver como el cruel Rochefort ejecuta con saña las ordenes de su jefe.

Así, Milady no habría hecho más que lo que ha aprendido de sus amos: si no se puede destruir el objetivo principal, siempre se puede acabar con aquello que esté a nuestro alcance.

El cinismo de Alejandro Dumas se pone de manifiesto en la conclusión de la novela: D'Artagnan se reconcilia con el Cardenal y con Rochefort.

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