Una manipulación monetaria podría ser peligrosa y sería sin duda inutil. En cuanto a las razones de índole nacional y social por las que la paridad del franco debe ser mantenida a toda costa, no tengo necesidad de extenderme...
Estas palabras del primer ministro y ex jugador de rugby, Chaban Delmas, son pronunciadas el 26 de Junio de 1969, unos pocos días después de que Georges Pompidou fuera elegido como presidente de la República.
En realidad el Presidente, el Primer ministro y el ministro de Finanzas, Giscard d'Estaing, están preparando la devaluación del franco.
Pero Pompidou conoce perfectamente el mundillo financiero y vela personalmente por el secreto de la operación. Fuera del trío ya citado, sólo 4 o 5 personas más conocen lo que se está cociendo. Un joven pero ya poderoso Secretario de Estado, un tal Jacques Chirac, está impaciente por activar los trabajos relacionados con la acción económica gubernamental. Alguno de esos 4 o 5 "partícipes del secreto" no puede evitar una sonrisa ante la hiperactividad del político parisino, al que se mantiene fuera del círculo de "cocineros".
En diciembre de 1945, Francia se integra en el Sistema Monetario impuesto por los Estados Unidos: el dólar, es decir la moneda de referencia, se establece a 119 francos.
Después de 2 años de inflación galopante, el gobierno francés tiene que devaluar su moneda: a principios del 48 el dólar pasa a valer 214 francos. En términos algo burdos se podría decir que en un par de años el franco ha perdido la mitad de su valor. En 1949 tenemos una nueva devaluación.
En los años 50 el proceso inflación-devaluación se frena gracias a los aportes de divisas del sector turístico y al Plan Marshall. Se frena pero continúa: en 1957 el valor del dólar es ya de 420 francos.
En 1958 y ya con De Gaulle en el poder se procede a una nueva devaluación. Pero ésta se combina con un proyecto apropiado a la estatura del general. Se crea una nueva moneda, el "nuevo franco" que es igual a 100 francos antiguos. Esta operación de "prestigio" lleva a una paridad de 4,9 francos por dólar.
A lo largo de los años 60 esta paridad se mantiene: la devaluación de De Gaulle fue algo excesiva y creó una holgura que ha permitido compensar el diferencial de inflación franco-alemán.
Pero después del mayo del 68 se produce una espiral de crecimiento de salarios y precios y de nuevo se hace precisa una devaluación. Se solicita a Alemania que corresponda con una revaluación del marco, pero el entonces canciller democristiano Kiesinger se niega. Finalmente el orgullo del general conduce a su negativa a devaluar "su" franco.
Y llegamos a 1969. Chaban Delmas, un mes después de haber proclamado que la paridad del franco debía ser mantenida a toda costa, procede a una devaluación que sitúa el dólar en 5,5 francos.
Y aquí se acaba la historia. En 1971 Richard Nixon da por muerto el sistema monetario impuesto por su país tras la II Guerra Mundial, basado en la fijeza del valor oro del dólar, y en los cambios fijos de las demás monedas con el dólar; la devaluación es el recurso que los demás países tenían cuando su moneda se deprecia en términos reales con el dólar.