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pitagoras Tresfonsitas

Jacques Brel

Je déteste la charité. Je passe mon temps à la faire simplement parce que je suis trop faible pour imposer la justice.

Opone Brel caridad y justicia y se ve que es partidario de la justicia; aunque humildemente reconoce que practica la primera por ser impotente para imponer la segunda.

Aún reconociendo las razones de Brel habría que decir, en lo que respecta a la caridad, que hay al menos dos clases de caridad: está la viuda que entrega a los demás todo lo que tiene, que es muy poco, y está el rico que se priva de una parte infinitesimal de lo que goza, para poder sentirse satisfecho de sí mismo.

Y es que hay que reconocer que la caridad es "terrible": para los que no tienen nada es fácil practicarla.

Los pobres, los sencillos, reciben a cualquiera ofreciendo lo mejor que poseen: su pan, su agua, su casa, sus mejores trajes, su simpatía, sus canciones, sus cuentos, su comprensión…

Pero los ricos tienen muchos problemas.

Los poderosos procuran atender a los que no tienen la misma suerte que ellos: les llevan ropa, alimentos, les visitan, procuran también ayudarles, orientarles. Pero hay un indicador de la tremenda limitación de esta relación: son incapaces de recibir nada de los menesterosos; no vaya a ser que…

Casi no es necesario hablar de las muchas "justicias" que existen: desde el millonario asesino que dispone de decenas de abogados carísimos, hasta el rebelde zapatero remendón que ve como, una y mil veces, sus derechos auténticos y rotundos, son arrastrados por el suelo por los burócratas insensibles.

Médicos sin Fronteras

Durante la Guerra Civil de Nigeria, médicos franceses se ofrecieron como voluntarios a la Cruz Roja Francesa para trabajar en hospitales de la Biafra sitiada.

Esta labor continuó en Nicaragua, con ocasión del terremoto de 1972.

Más tarde trabajaron en Tailandia, en los campos de refugiados camboyanos, y en el Líbano, durante la Guerra Civil.

Con ocasión de la crisis de Ruanda, MSF exigió la intervención militar francesa para parar los asesinatos. Está intervención, que salvó muchas vidas, fue controvertida ya que los rebeldes tutsis del Frente Patriótico se opusieron a ella, por considerar al ejercito francés aliado del ejercito ruandés, identificado en el momento con la mayoría hutu.

No cabe duda de la labor que realizan los miles de médicos de MSF, ayudando a los que sufren los desastres naturales, o los de la guerra. Habría que añadir que la mayoría de ellos no sólo ayudan, sino que también comparten su dolor.

Pero organizaciones tan importantes como MSF quizás debieran hacer algo más que ir detrás de los desastres de una u otra clase; quizás deberían diseñar y ejecutar una política que de modo gradual y constante ayude a prevenir crisis y guerras de un modo realista; denunciando si es preciso, no ya a los políticos locales, muchas veces impotentes para cambiar sus inercias, sino a los líderes y clases dirigentes de esa media docena de estados que gobiernan el mundo, las potencias nucleares para entendernos.

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