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pitagoras Tresfonsitas

Santi Blanco

¿Ha tomado EPO o algún otro producto?

No, no. He tomado cosas que pueden ayudarte a recuperar, pero nunca productos dopantes, como creo que hay muchos ciclistas.

Esta respuesta contundente define perfectamente a Santiago Blanco. Habría que añadir que en su palmarés brillan sendas victorias de etapa en las Vueltas del 2001 y el 2002. Y que su excelente temporada del año 1995, culminada en el Mundial de Duitama, le señaló como el que iba a ser el ciclista del siglo XXI.

La eritropoyetina (EPO) comenzó a sintetizarse en laboratorios en los 80 y estaba indicada en pacientes con anemias graves, con el fin de provocar un aumento de la concentración de glóbulos rojos.

También se empezó a administrar a los ciclistas dado que la mayor concentración de glóbulos rojos permitía una mayor llegada de oxígeno a los músculos que trabajarían de modo más eficaz. Hay que decir que el entrenamiento en altura provoca el mismo efecto.

Sin embargo se comprobó que la administración de EPO podía provocar que la sangre no fluyera correctamente con el consiguiente riesgo de obstrucciones arteriales.

Como a lo largo del siglo XX no se disponía de un método para detectar la presencia de EPO artificial, los ciclistas y la UCI llegaron a un acuerdo por el que no se podía participar en una carrera si el nivel de hematocrito (concentración de globulos rojos) alcanzaba el 50%.

Así pues, en los años 90 del pasado siglo, el control antidoping presentaba una seria laguna relacionada con el consumo de EPO. No parece descabellado pensar que los médicos administrasen EPO a los ciclistas a su cargo con el fin de recuperarlos del esfuerzo intenso y extenso que supone este deporte. Hay que pensar que no sólo disputan una prueba terrible de 3 semanas en la que han de recorrer miles de kilómetros en los que nunca faltan puertos terribles que obligan a esfuerzos inhumanos, sino que además, para preparar estas competiciones han de entrenar duramente realizando miles de kilómetros mensuales durante once meses al año.

Ahora bien, el ciclismo no es sólo un deporte de resistencia que sobrepasa los límites de la capacidad humana: es también un deporte individual. Y, desgraciadamente hay que pensar que médicos tramposos aprovechaban esa laguna del control para administrar EPO con el objetivo de falsear la competición. Y que hay ciclistas tramposos, que poniendo en riesgo su propia vida, obtuvieron triunfos que deberían haber pertenecido a otros compañeros.

Dónde estaba la frontera entre un médico honrado y un tramposo; es muy difícil saberlo. Pero hay un testigo que lo vio y lo vivió.

Santiago Blanco.

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