Tresfonsitas
Luis García Berlanga
…por si acaso, lo que hago es mear en el mismo sitio, a ver si consigo abrir un agujero por el que se termine hundiendo el barco.
El barco es, está claro, el mundo, la sociedad en la que vivimos. Berlanga reconoce su incapacidad para reorientar el barco con un buen golpe de timón, y lo que le queda es intentar hundirlo, eso sí, del modo más gradual y menos violento posible.
Es frecuente que las personas muy inteligentes, quizás habría que decir excesivamente inteligentes, no se conformen con el mundo que les ha tocado vivir.
Luchan contra las leyes de la Física o las leyes sociales y es necesario reconocer que muchas veces consiguen romper cercas que parecían insuperables para la gente común que convive con ellos en una misma época.
Pero surgen otros límites a veces más difíciles de saltar y los García Berlanga, quizás un poco cansados, caen en cierto pesimismo que termina por hacerles caer en una visión muy negativa del mundo: "este mundo es una mierda" que diría nuestro director de cine.
Y hay que reconocer que la Naturaleza es muy dura: sequías que casi acaban con la vida en ciertas zonas de África, dan paso a lluvias torrenciales terriblemente destructivas; por no hablar de erupciones volcánicas, terremotos o tsunamis.
Y tenemos la relación entre los grandes depredadores y los pobres herbivoros que les proporcionan los nutrientes que necesitan; y ese ser que cree que él mismo es el rey del Universo, me refiero al hombre, y que en su medida, más o menos grande, contribuye a generar desastres más o menos espectaculares que trastornan al mundo vegetal, al animal y también a una buena parte del género humano.
Pero también hay que citar los colores del bosque otoñal; y la elegancia infinita de los grandes felinos; y, porque no, hay que citar a esos hombres, filósofos, poetas o directores de cine, que producen "cosas" increiblemente hermosas.
Y ahí tenemos a Demócrito, o Sócrates, o Heráclito; y a Gabriela Mistral, o Ernestina de Champourcín; y a Luis García Berlanga.