Plácido Domingo canta "El triste" con su conocida perfección técnica.
Pero además consigue "sentir" las palabras; dicho de otro modo, consigue una interpretación absolutamente convincente; es decir, transforma estos pocos aunque geniales minutos, en una obra casi completa en cuanto a elementos teatrales se refiere.
Y no es precisamente Plácido una "maría dolores pradera"; normalmente se "siente" la distancia entre el cantante y el asunto que está tratando.
Quizás la misma gran capacidad del cantante hace que "actúe" con cierto "complejo de superioridad"; y la verdad es que no es raro que Domingo se pueda sentir superior a las tremendas banalidades que se suelen esconder bajo el idioma italiano o el alemán.
Es posible que el espíritu de Roberto Cantoral en esta ocasión haya poseído al artista mejicano-español y le haya hecho "llorar" por dentro.